Os libros de Fábrica parroquiais

José María Lago Bornstein, investigador deste tipo de documentos, fálanos dos libros de Fábrica parroquiais nunha nova entrega de Historia(s) de Lemos a través das cousas.
Continuando con esta línea de artículos que describen el origen y función de un objeto concreto que ha formado parte de nuestra cultura en Tierra de Lemos le llega ahora el turno a una pieza que considero de vital importancia para conocer nuestra evolución histórica a lo largo de la Edad Moderna: el libro de Fábrica parroquial.
Desde finales del siglo V, en tiempos del Papa Gelasio (492-496), se había extendido la costumbre entre la iglesia católica de llevar un control escrito sobre sus bienes y posesiones. La creciente implantación territorial que estaban experimentado tanto la Iglesia como las órdenes religiosas hacían imprescindible un registro documental que fijara las delimitaciones y competencias en función de sus áreas de influencia y sirviera, asimismo, como respaldo jurídico en casos de conflicto. La parroquia, como núcleo básico de esta organización territorial, sería en última instancia la responsable de ejercer ese control efectivo sobre sus feligreses, tanto en los aspectos espirituales como en los materiales.
En un primer momento toda la información relativa a los asuntos que tocaban a una parroquia concreta se registraban en dos tipos de libros con objetivos bien diferenciados. Por una parte, los temas referidos a la comunidad quedaban reflejados en un único libro llamado sacramental, donde se recogían nacimientos, matrimonios y defunciones, y por otra, todos los aspectos de carácter material o contractual de dicha comunidad con su iglesia quedaban registrados en un libro de administración y contabilidad, consignando los ingresos y gastos propios para el mantenimiento de la parroquia. Sería a partir del siglo VI cuando se extendería el uso del término Libro de Fábrica para designar a estos libros con funciones exclusivamente de carácter administrativo.
El término Fábrica hacía referencia en principio a la masa de bienes destinados al mantenimiento de la propia iglesia. Con el tiempo, dado que el fin fundamental de cada iglesia era el culto que en ella se celebraba, la Fábrica pasaría a ser el instrumento encargado de proveer todo aquello que fuera necesario para la celebración de dicho culto, llegando a identificarse iglesia y Fábrica como un mismo concepto.
Sería a partir del Concilio de Trento (1545-1563) cuando quedarían definitivamente reguladas las recomendaciones para el uso y clasificación de los libros parroquiales. A partir de entonces, los libros sacramentales se dividirían de forma independiente en Bautizados, Matrimonios, Difuntos, Confirmados y Statu Animorum, mientras que para los de carácter administrativo se diferenciaba entre los de Fábrica propiamente dichos y los que llevaban el control de las Cofradías, Obras Pías y misas aniversario, Libros de Casas Rectorales, Libros de Veredas, etc. A lo largo del siglo XVII se irían implementando paulatinamente las directrices tridentinas y todas las parroquias adoptarían en mayor o menor medida esta nueva clasificación. 
El libro de Fabrica objeto de nuestro artículo corresponde a la parroquia de Santa María de Proendos, perteneciente al Arciprestazgo de Amandi, conservado actualmente en el Archivo Diocesano de Lugo. Data del año 1697 y abarca hasta la primera década del siglo XIX coincidiendo con la invasión de las tropas napoleónicas. Se trata de un libro tamaño folio encuadernado en pergamino, de 186 hojas numeradas, con un gramaje de papel de unos 100 gramos de peso aproximadamente y buena factura. Sin duda se trata del segundo tomo de los que se cumplimentaron en esta parroquia ya que en sus primeras páginas el cura don Antonio Sánchez transcribe un resumen del estado de las cuentas y las deudas de los feligreses que se “hallaban en el libro viejo”, el cual desgraciadamente no ha llegado hasta nuestros días.
Es éste un libro de sumo interés por la cantidad de datos y referencias económicas que en él se recogen. La historia de la parroquia queda reflejada año tras año en unos apuntes que describen, en muchos casos con gran precisión, aspectos concretos de la vida cotidiana. Pago de Primicias, sepulturas, conflictos por deudas con los parroquianos o normas y directrices episcopales se transcriben en una memoria anual que, en función de la meticulosidad de cada cura párroco, nos permiten adentrarnos en los pormenores de aquella época.
La estructura de los libros de Fábrica es siempre la misma. Tras la visita anual que realizaba el representante del Cabildo catedralicio o el propio obispo se reflejaba una memoria encabezada por los datos de la parroquia, donde figuraba el cura titular de la misma y el nombre del mayordomo menor encargado de las cuentas durante aquel año. A continuación se recogía el balance de la parroquia diferenciando entre ingresos y gastos. En el capítulo de ingresos se especificaba el número de feligreses que debían aportar el pago de la primicia en especie. A lo largo de toda la Edad Moderna la moneda de cambio utilizada fue el centeno, lo que nos permite obtener datos precisos de la evolución de los precios durante aquel periodo. Asimismo, quedaban reflejados los ingresos obtenidos en concepto de sepulturas, concretando el número de fallecidos y su lugar de enterramiento, aportando una valiosa información desde el punto de vista demográfico. Por último, se recogían también el número de misas dotadas por los feligreses, cuyo pago solía hacerse en cañados de vino, lo que nos facilita asimismo una visión fiel de la evolución de los precios en función de las cosechas anuales.
En el capítulo de gastos, además de las partidas fijas en concepto de derechos de visita, aportaciones para las catedrales de Santiago y Lugo y otras contribuciones para el sostenimiento de la Iglesia, se reflejaban los pormenores del gasto para el culto diario y el mantenimiento del propio edificio parroquial.
En el periodo que comprende este libro pasaron por la parroquia de Proendos un total de seis curas párrocos que dejaron entrever su personalidad en los asientos contables del Debe y del Haber y en los comentarios que recogían en casos concretos. Unos asientos que nos descubren el coste de las materias básicas o el salario de jornaleros y artesanos. A lo largo de estos cien años largos podemos conocer por ejemplo, además de la evolución de los precios del centeno y el vino, el coste de la teja, el de una llave de hierro o lo que suponía lavar y planchar unos corporales para los oficios religiosos. Una información valiosa que se complementa con la descripción minuciosa del estado de las reformas del propio edificio o de los elementos que lo integran, como la reparación de campanas, imágenes o retablos.
Tras los aspectos puramente económicos y contables la memoria anual se completaba con un Auto que dictaba el titular de la visita pastoral, donde consignaba las directrices a seguir para un mejor funcionamiento de la vida religiosa de la comunidad. Gracias a estos autos podemos comprobar cuáles eran las prioridades que marcaban en cada momento la política de la Iglesia y el éxito o fracaso de su implantación entre sus feligreses.
En definitiva, los libros de Fábrica son un claro exponente de la realidad económica y social de las parroquias rurales a lo largo de la Edad Moderna y una magnífica herramienta de trabajo para reconstruir una parte fundamental de nuestra historia. El estudio comparado de lo que aconteció en estas parroquias del Arciprestazgo de Amandi, a la que pertenece ésta de Proendos, a partir de sus libros de Fábrica nos daría sin duda una visión nítida de cómo evolucionó la vida social en estas tierras del actual Concello de Sober.
José María Lago
Os Navás, febrero de 2014

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